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Mostrando entradas de septiembre, 2024

CRÓNICA: Ermesenda tiene cronista.

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CRÓNICA: Ermesenda tiene cronista.  Ay Ermesenda si supieras lo que acontece en el histórico suelo castellano, de la ribera del Pilde, casi ochocientos cincuenta años después de tu muerte.  Porque a Brazacorta viniste como abadesa cuando trece años antes, tu marido, Manrique Pérez de Lara, fuera muerto en Huete por Fernando Rodríguez de Castro, llamado el castellano. Desdoblaste el monasterio duplice de La Vid y aquí viniste con las damas.  Ay los Castro y los Lara, siempre liados en tutelas y regencias de los reyes.  Manrique, de los Lara, fue regente cuando Sancho murió, quedando la tutela del joven Alfonso en manos de los Castro. Así querían evitar la guerra entre castellanos pero su tío Fernando de León y las dos casas siguieron con sus maquiavélicos intereses.  Y antes que fuera entregado el rey niño, el soriano, el que llegara a ser el vencedor de las Navas, fue escondido, huyendo hasta Atienza, por otro caballero llamado Pedro Nuño de Fuentearmegil. Del que habla el autor de El

CRÓNICA: DESTIERRO OTOÑAL.

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CRÓNICA: DESTIERRO OTOÑAL.  Ya queda el moral solo bajo los inexistentes cúmulos que se han difuminado en un blanco manchado.  Ya se oculta el estío acabado en el cielo.  Ya hasta los vencejos han volado de los nidos de barro...  Ya el viento se deja oír entre las hojas de los árboles, acariciando el alma de los románticos, en una Castilla solitaria.  Se aproxima mi estación preferida, la que más quiero, la que me rodea de amarillos y ocres y desnuda los árboles dejándose hendir por el frío y por los rayos, como el alma de los que disfrutan los sentidos.  Y cuando amaina el viento entre soplo y soplo se oye el silencio de las calles y el canto solitario del gallo que no sabe si está atrasado o adelantado en el tiempo. Eso les ocurre a muchos que rumian el pasado o se preocupan de un futuro que no les pertenece.  Y por la carretera se escucha el sonido solitario de un coche mientras se acerca y se aleja, como el tiempo que dejamos escapar, atravesando la vega del Pilde por donde los cor