CRÓNICA: Mérida ya es una crónica.


CRÓNICA: Mérida ya es una crónica. 


Esta mañana, por los largos pasillos del Parador de Mérida, el único sonido que se oía eran las ruedas de mi pequeña maleta. Muchos cronistas volvieron ayer, algunos por proximidad al ser extremeños y otros porque la distancia de vuelta les asuntaba y no visitaron con el grupo la ciudad portuguesa fortificada de Elvás ayer tarde.

Qué pronto ha pasado el tiempo desde que el primer día observaba el puente romano en un banco, bajo un olivo, en La Alcazaba.

Luego fueron sucediéndose las estampas del congreso, la inauguración en la Asamblea de Extremadura, donde escuché por primera vez a uno de los tres cronistas de Merida, Jose María Álvarez Martínez,  Director, durante muchos años del Museo Nacional de Arte Romano, Arqueólogo, Doctor en Filología Clásica, profesor, cronista y académico. Una entrañable persona a la que siempre quieres escuchar.

Más tarde un cóctel en un patio de la Asamblea.

Al día siguiente Asamblea General de Acroma, presentación de los comunicados, visita a la Iglesia de Santa Clara con la exposición visigoda del museo, cerrado estos dias, y la cena oficial amenizada con las guitarras de la familia Vargas. Qué forma tiene Miguel de acariciar las cuerdas creando arte y sentimiento.

El domingo fuimos a misa a la Basílica de Santa Eulalia, bellísimo templo que te hace estremecer conociendo la corta vida de esta mártir mientras pasabas junto al hornito y bajabas a la cripta.

A continuación visita al teatro y al anfiteatro. Y cada conversación te enseñaba algo. La comida de despedida y el acto final del congreso nunca me han gustado. Es como el trance de separarte de las cronistas y cronistas amigos hasta dentro de un año. 

Con algunos me acerqué en autobús a Elvas, fortaleza portuguesa. Y mientras escuchaba las campanas de la catedral cuando entraba en ella, un video registraba mi estado según Juan Alonso Resalt, que lo ha visto. Me decía que entraba cariacontecido.

Desde la última fila del autobús sentía, de regreso a Mérida, el ocaso a mi espalda y mi alma entristecida. No quería volver a Madrid.

Gracias cronistas por ser como sois. Siempre estos encuentros sirven para conocer a más personas. Y en el recuerdo me llevo las conversaciones con Valentín Casco Fernández, cronista de Valdetorres, no del Jarama, sino de Badajoz. Y también me traigo el haber compartido mesa con el cronista oficial de Huajuapan, México, Don Santiago Barragán Zamora, sensacional persona, buena gente, que aparece junto a mi en una foto, después de decirme con su acento mexicano: "Espera chamaquito... qué también quiero salir".


@agustindelasheras 

@cronistadevaldepielagos 

@presidentecronistasmadrileños

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