CRÓNICA: DESTIERRO OTOÑAL.


CRÓNICA: DESTIERRO OTOÑAL. 


Ya queda el moral solo bajo los inexistentes cúmulos que se han difuminado en un blanco manchado. 

Ya se oculta el estío acabado en el cielo. 

Ya hasta los vencejos han volado de los nidos de barro... 

Ya el viento se deja oír entre las hojas de los árboles, acariciando el alma de los románticos, en una Castilla solitaria. 

Se aproxima mi estación preferida, la que más quiero, la que me rodea de amarillos y ocres y desnuda los árboles dejándose hendir por el frío y por los rayos, como el alma de los que disfrutan los sentidos. 

Y cuando amaina el viento entre soplo y soplo se oye el silencio de las calles y el canto solitario del gallo que no sabe si está atrasado o adelantado en el tiempo. Eso les ocurre a muchos que rumian el pasado o se preocupan de un futuro que no les pertenece. 

Y por la carretera se escucha el sonido solitario de un coche mientras se acerca y se aleja, como el tiempo que dejamos escapar, atravesando la vega del Pilde por donde los corzos y los jabalíes calculan ya la hora de beber en el ocaso. 

Oigo el silencio en Brazacorta antes de partir... y sin pensar en la tristeza del trance, estoy en paz, porque en el fondo, en este maravilloso lugar, consigo detener el tiempo.


@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos

@presidentecronistasmadrileños

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