CRÓNICA: Aquellas madres...


CRÓNICA: Aquellas madres...


Cuando sonaba el timbre en las escuelas, bien a las seis o a las cinco de la tarde si no había clases de permanencias, salías al patio. Aquellas clases de permanencias en los colegios de los años 70 no sé si era un experimento de conciliación laboral pero lo que sí sé es que no eran gratis. Al menos, hubo un compromiso por parte de los maestros para no avanzar en materia aquella hora y lo cumplieron todos, menos uno. Un cabezón maño, el cual no pensaba en dos o tres compañeros cuyos padres no podían pagar esa hora.

Aquel patio, a la salida era invadido por los más pequeños primero, hasta segundo de EGB, antes que bajarán por las escaleras los del piso superior, que llegaba hasta quinto, y posteriormente los que daban clases en el último piso hasta octavo.

Y había un patio vacío en aquella hora de salida de aquella época porque los progenitores esperaban fuera, tras la valla. Años después nos esperaban ya en el patio dentro 

Aún recuerdo su visión tras la valla marrón. Escudriñában la avalancha de niñas y niños, fijándose qué los suyos, no se les escaparan.

Y después de los dos besos, de peinar a los niños los pelos descolocados y a las niñas rehacer coletas y trenzas, preguntarte dónde y cuándo te habías hecho eso, señalando una costra en la rodilla, de una bolsa, sacaban una merienda improvisada para algunos afortunados. Un bocata de chorizo o mortadela, un bollo de aquella época, una manzana o un plátano... aunque ya había niñas y niños, que o bien se aventuraban en soledad a casa en una primera madurez forzada o bien viajaban con sus hermanos mayores cruzando calles y calles de aquel barrio 

Esta mañana, me han comunicado el fallecimiento de una de aquellas madres. Una madre luchadora asturiana que volvió a Madrid con su marido y su hija desde Alemania. Madres luchadoras de otra época, de otro siglo, que se quitaban o desprendían de todo aquello que pudieran necesitar sus hijos. Que no nos perdían de vista, que nos miraban con ojos llenos de amor, nos intentaban mimar a su manera y que nos protegían ya de la vida 

Hoy hemos perdido una de aquellas madres que nos esperaban a la salida de aquel colegio o nos esperaban en casa, y la foto que tengo en mi recuerdo ha difuminado a una de ellas, pero sin olvidarla.

Sólo sé que todas ellas, las que ya nos han dejado, nos esperan al otro lado de esa valla que es el final de la vida. Y cuando nos reunamos con ellas nos estarán esperando para darnos quizás un achuchón y dos besos.

Siento tu partida Pilar.

Un beso para ti Ludy, de un amigo que imagina por experiencia el trance que estás pasando porque yo lo pasé. 

Piensa que quizás algún día veamos a todas ellas esperándonos como lo hacían en aquellos años tempranos, en aquel colegio.


@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos 

@presidentecronistasmadrileños

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