CRÓNICA: VALENTÍN ANTONIO DE ISABEL MORENO. Un valdepielagueño en el balneario de los Baños de Carlos III, en Trillo.
CRÓNICA: VALENTÍN ANTONIO DE ISABEL MORENO. Un valdepielagueño en el balneario de los Baños de Carlos III, en Trillo.
Hace unos días, LuisMa Ría Luis María González, brujuleando como hacemos los cronistas, vio en el Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara del 17 de enero de 1845, el nombre de Valdepiélagos, y como no, me envío la referencia de un valdepielagueño que según el doctor Don Mariano José González y Crespo, Médico-Director del balneario de los baños de Carlos III, se había beneficiado de la calidad de esas aguas.
Dice la nota: “Valentín de Isabel, natural de Valdepiélagos, edad 22 años, temperamento bilioso, soltero, jornalero. A consecuencia de haber tomado grandes dosis de opio para calmar unos dolores, quedó hemipléjico del lado derecho, con algún trastorno de las facultades intelectuales, y la voz tan balbuciente, que no se le entendía lo que hablaba. Recobró del todo su salud con la administración de las aguas y los baños medicinales”.
Como cronista, me puse a investigar a este vecino.
Como el boletín tenía fecha de 1845 y la nota decía que Valentín tenía 22 años, pues lo más fácil era irse al libro de bautismos y buscar alrededor de 1823. Esto fue un error. Porque supuse en primer lugar que Valentín tenía 22 años cuando se publicó el boletín. Y no fue así.
Había que investigar.
Recordaba que en el siglo XIX me había encontrado el apellido "De Isabel" en alguna ocasión. Así que fui retrocediendo en los años y apareció su bautismo.
El doctor González y Crespo relacionaba aquellos pacientes que había pasado por su consulta y se habían beneficiado de los baños, y lo publicó en 1845. Pero la realidad fue otra.
Durante el reinado de Carlos III se construyeron los baños termales en Trillo, Guadalajara, en el margen izquierdo del río Tajo. Incluían varias instalaciones entre ellos los baños del Rey, Princesa, Piscina, Condesa y del Hospital.
Según los datos de la época, durante el siglo XIX tuvo unas 1400 visitas anuales y según los mismos, las visitas las formaban personas acomodadas, militares y… pobres de solemnidad.
No sabemos cómo ni por qué llegó Valentín al balneario, pero nuestro valdepielagueño paseó por aquella cañada, a la falda de un robledal, junto al río Tajo.
Según Madoz, “…se va a ellos desde la v. por un delicioso camino de carruaje, adornado de diferentes árboles y arbustos; el edificio, que colocado en una pradera, tiene á su alrededor hermosos y copudos olmos interpolados de asientos de piedra, se halla con bastante comodidad y limpieza, consta de 6 baños; á sus inmediaciones hay un hospital, en el que, durante la temporada de baños, se admiten 6 enfermos de cada sexo en salas distintas, y tiene un oratorio, en el que los dias festivos se celebra el santo sacrificio de la Misa; contigua á estos baños, que se establecieron en el reinado de Carlos III. se ha construido modernamente una casa hospedería, en la que tambien hay 4 pilas; se albergan en ella, asi como en otra que hay junto á la v., y en las casas de esta, que en lo general son cómodas y bien distribuidas, los concurrentes á aprovecharse de los beneficios del establecimiento; en 1777 se hicieron los baños llamados del Rey, Princesa, Piscina, Condesa y el Hospital; en 1804 se aumentaron los destinados á militares y pobres de solemnidad, con la debida separacion, á costa del Ilmo. Sr. ob. de Sigüenza, D. Pedro Inocencio Vejarano, quien tenia preparadas otras mejoras de consideracion, las que abandonó á causa de los infinitos disgustos que sufrió en el pueblo; asi continuó el establecimiento, en un estado de abandono, casi arruinado, sin enseres ni muebles de ninguna clase, hasta el año de 1830 en que fue nombrado médico-director, el que lo es en la actualidad, D. Mariano José González y Crespo, quien con admirable celo y actividad, y venciendo no pocos obstáculos, que se le han suscitado, ha mejorado considerablemente la casa, construyendo la hospedería de la misma, aumentando las pilas, haciendo la nueva hospedería junto á la v., y planteando en debida forma el hospital, llegando su laboriosidad é interés por el crédito de los baños hasta el caso de hacer los oficios de arquitecto, tallista, pintor, selvicultor y cuantos son necesarios para comodidad y recreo de los concurrentes, sin desatender las principales obligaciones de su cargo, las que, haciéndole merecida justicia, llena completa y satisfactoriamente, no solo en la parte científica, sino en la social; las aguas de estos baños contienen gás oxigeno y azoe, hidroclorato de cal é hidrosulfato de la misma base, hidroclorato de sosa, hidroclorato de magnesia, sulfato de cal, ácido hidro-sulfúrico, ácido carbónico, carbonato de hierro y azufre; convienen en todas las enfermedades cutáneas, reumas crónicos, dolores artríticos y gotosos, cólicos nerviosos y otras varias enfermedades: son muy concurridos estos baños; de suerte que pueden computarse los pacientes en 1,400 cada año en esta forma: de 800 á 850 personas bien acomodadas; de 200 á 250 militares, y 320 á 380 pobres; computando el gasto de uno con otro en 320 rs., se calcula un gasto anual en el pueblo por solo la temporada de baños, de 448,000 á 500,000 rs.; los prod. del establecimiento se calculan en 20,000 rs., que se invierten en mejoras del mismo y pago de los sirvientes”
Nuestro vecino, Valentín Antonio de Isabel Moreno, había nacido el 3 de noviembre de 1808. Sí, el mismo año que nos levantamos contra el francés. Era hijo de Julián de Isabel, de El Berrueco, y de Gregoria Moreno, natural de Cabanillas, ambos feligreses de la parroquia de Valdepiélagos. Sus abuelos paternos fueron Pedro de Isabel y María de la Encina. Los maternos fueron Santiago Moreno y Antonio García.
Si tenía 22 años cuando estuvo en el balneario esto ocurrió en 1830, siendo tratado por el firmante del documento encontrado en el boletín, el impulsor del balneario según Madoz.
¿Y cómo le iría en el tratamiento? Seguro que ya os lo estáis preguntando.
Pues el cronista debe buscar la fecha fatídica cambiando de libro.Y en el libro 5 de difuntos encontramos la respuesta. El 10 de marzo de 1839 murió Valentín Antonio, soltero.
Nueve años duró el efecto de las aguas de Trillo o eso parece.
Nadie muere mientras no sea olvidado. Y gracias a que Luis María viera un nombre en un documento perdido, publicado seis años después de la muerte de Valentín, ha servido para que nosotros nunca le olvidemos.
@agustindelasheras
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