CRÓNICA: HISTORIA DE UNA FOTO. 1986.


CRÓNICA: HISTORIA DE UNA FOTO. 1986.


Treinta y ocho años tiene la foto.

Esa foto está hecha en los callejones internos del Hospital Militar de Burgos. Nuestra compañía, la 61, que luego cambió a la 51 de la PM tenía como destinos la guardia del Hospital Militar y Capitanía General. Era capitán general Don Miguel Iñiguez del Moral. Buena gente. Como el coronel Godino al que un día se quejó de nosotros un cabo primero chusquero, esgrimiendo que no le habíamos saludado lo suficiente. A lo que le contestó el coronel, mientras no te tiren migas de pan como me tiran a mi en el comedor, tranquilo. Doy fe que nadie de la PM le tiró migas de pan. Era tan buena persona que se ganaba el respeto sin galones. No como el chusquero. 

Dos días después de esa foto, un comando ¡Espacio falta en mi canto para maldecir su nombre! Intentó liberar a uno de sus miembros que estaba en el calabozo del Hospital. El preso hizo un agujero en el falso techo pero fue apresado por mis compañeros. Un coche le esperaba en la puerta que daba al Parque de El Parral. Y salió zumbando al oir meterse los cargadores en las Z.

Eran tiempos de ir de paisano por tierras vascas con la "Star" metida en la cintura del pantalón con camisas holgadas y los ojos muy abiertos. 

Nuestra pena había sido dictada en un sorteo. Yo era español, de 18 años, primero a dar barrigazos a Araca y luego a la PM de Burgos cuyo cuartel estaba frente al Monasterio de las Huelgas.

Qué espiral de historia. Quién me iba a decir a mi que lo que guardaba el monasterio iba a ser el centro de muchas de mis conferencias. Me dormia todas las noches desde mi litera viendo el campanario. 

Pero aun recuerdo otro suceso.

Quién sea tan viejo como yo recordará a los PM en la puerta y esquinas de Capitanía en Burgos. Dos tercios de la guardia esperaba en el cuerpo de guardia, donde hoy hay un museo. En esto que un centinela observó que un coche habia pasado cuatro veces por la manzana. A la quinta el Sargento comandante dio cuatro veces seguidas a un timbre. ¡Alarma! Quien no estaba de guardia sabía su puesto de defensa y salió corriendo hacia él.

Cogi mi casco y la Z del armero. Salí corriendo por la puerta del cuerpo de guardia, pasé por el zaguán de Capitanía y de ahí a la puerta principal. Torcí a la izquierda y doblé la esquina justo cuando metía uno de los dos cargadores en el subfusil. Y al llegar donde estaba mi puesto, había un burgalés anciano con su boina castellana, pegado junto a la pared.

Solo escuché. ¡Jodio chaval, qué susto me has dao!


@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos

@presidentecronistasmadrileños

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