CRÓNICA: Mi experiencia en las fiestas de San Isidro 2024 en Valdepiélagos



CRÓNICA: Mi experiencia en las fiestas de San Isidro 2024 en Valdepiélagos. 

(A un vencejo perdido y atrapado que nos hizo mirar a todos al cielo) 

Es complicado siempre resumir una experiencia porque no quiero dejar nada en el olvido, pero he disfrutado estas fiestas de San Isidro en Valdepiélagos como nunca pensé en mi infancia que pudiera hacerlo.

Acudí al pueblo a las pocas horas de ser nombrado presidente de la Asociación de Cronistas Madrileños y aún pensaba que todo era un sueño.

Esperé en el coche hasta que llegó la hora.

Me alegró que estuviera la plaza llena de gente y me sentí arropado por los miembros de la comisión del Fuero, por mis quintas y quintos en Valdepiélagos, por conocidos, por una amiga de la infancia que vino a verme y grabó el pregón, y sobre todo por Elisa y Maricarmen, familiares y más amigos. 

De Maricarmen aprendimos que el blanco es un color especial y de Elisa, bueno, Elisa me dio miedo cuando empezó diciendo que si se acordaban de mí, alto, delgado, cuando venia al pueblo de niño. Menos mal que no me tragó la tierra porque habría aparecido en el suelo empedrado del ayuntamiento bajo los arcos escarzanos. Qué grandes sois amigas, qué placer acompañaros en el pregón.

Gracias doy también a la corporación municipal y al alcalde por darme esta oportunidad.

Y gracias a todos los que me disteis un instante para hablar con vosotros.

Al día siguiente, una celestial misa arropada por esa dulce rondalla. Tiempo tuve de hablar con Paco, sentado a su lado, sobre Knipa, el Tio Loco, y emplazarnos para otro día. Y de saludar a Pilar, Aurora y Edelmira, que me trajeron recuerdos entrañables. Y la conversación con Don Florentino me llevó a 1992. Qué gran persona cuya vida ha ido ligada a tantos momentos de nuestras vidas. Conocí al nuevo cura con el que desearé conversar en el futuro. 

Gracias por permitirme compartir el vermú junto a Pedro y Manolo, la rondalla y las fuerzas vivas.

Y gracias a MariCarmen y su familia por aguantarme en la comida. Reímos y aprendí historias pasadas, nuevos lugares para celebrar un ágape y a pesar de yo considerarme un pegote ajeno, me acogieron como uno más de ellos.

La procesión para mi es recogimiento aun estando tan bien acompañado. Y procesionar por esas calles con tanta historia arropado por la banda, cohetes, bendiciones y finalmente por la rondalla no tiene precio.

Por cierto, esa medalla que llevaba con el nombre de Valdepiélagos grabado junto a la palabra cronista es la que llevaré a partir de ahora en eventos, congresos y actos públicos para que todos conozcan el nombre de nuestra villa.

La subasta, en la puerta de la iglesia y el canto de despedida de la rondalla me invitaba a regresar a mi casa. Pero no quería.

Pero antes Jose Ignacio me puso sobre dos pistas de nuestro pasado que como cronista perseguiré.

Y ya en el coche en silencio recordaba cada instante, y si hubierais visto mi sonrisa hubierais comprobado mi felicidad.

Pido perdón al vencejo de la iglesia por no despedirme de él. Lo siento apus apus. 

Sois grandes, muy grandes, gracias por dejarme compartir con vosotros esos momentos.

¡VIVA VALDEPIÉLAGOS!

@agustindelasheras
@cronistadevaldepielagos

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