CRÓNICA: ESTAMPACIONES



CRÓNICA: ESTAMPACIONES. 

En el centro de la pared del fondo del cuadro de Las Meninas hay una puerta abierta, en la que un hombre traspasa el umbral. Es José Nieto Velázquez, el chambelán de la reina que también era el encargado del taller de tapices reales. Pero lo que denota la imagen es un hombre que puede entrar y salir, que es bien hallado y la confianza que se tiene en él le da libertad para introducirse en un hogar. 

Hace años alguien que leía una de las estampas que creía recordar me decía que escribía pintando con palabras de forma eidética. Y añadió que contaba detalles como si mirara un cuadro. Yo no sé que nombre poner a esta extraña habilidad, que para mí no lo es. Me ocurre sin más. Lo que también me ocurre es que una imagen que perciba me lleva a otra que viví en el pasado. 

La casa de Emilia y Casimiro, el hermano de mi abuelo, me trae recuerdos de algún viaje a Valdepiélagos en aquel ochocientos cincuenta de dos puertas, con asientos de escay rojo, que mi padre aparcaba en un solar frente a la casa de sus tíos, que por aquel tiempo compartía con mi Tía Luisa, como herencia y que años después enajenaron de mutuo acuerdo. 

Nada más bajar de aquel coche lo primero que sentía era el aire fresco y puro de estar en el pueblo, movido por un viento que hinchaba las sábanas blancas, inmaculadas, como velas de un bajel sujetas por pinzas mientras se secaban en unos tendederos. 

Esta estampa se encontraba casi a la salida del pueblo camino de Mesones. Y alrededor recuerdo viviendas conocidas. 

Junto al solar existía una casa cuya memoria me lleva a una estancia llena de jamones sumergidos en montones de sal. Eran tiempos donde noviembre era una fecha fatídica para el marrano pero deseada para el humano. Era la casa de José que bien merece su crónica. 

Cruzando la calle estaba la casa de Emilia y Casimiro. Junto a ella estaba y está la casa de Pilar y Tasito, donde también tengo recuerdos. 

La casa de mis tíos abuelos me viene a la memoria como retranqueada tras un suelo de cantos apretados. Cruzando el umbral de la puerta nacía un pasillo. Justo a la izquierda habia un salón cuya reminiscencia me lleva a una tarde donde los mayores,  albacea y notario hablaban de suertes, debía ser el año de 1972. El año de la muerte de mi abuelo Emigdio y del Tío Chisma. En noviembre de 1971 habia muerto Frits Knipa, el tío Loco. Parece que se cerraba un capítulo de la historia de Valdepiélagos. 

En aquel salón, un día, sin que me vieran, había cazado una hormiga con ala del patio de cantos y en un descuido, la tiré dentro de aquel artilugio que calentaba, dentro de las faldas de la mesa. Ver no me vieron, pero el brasero me delató con el olor del insecto abrasado. Casimiro me miró de inmediato y me dijo ¿qué has hecho canturdeos?. Ya tenía alguna idea de casquero, por supuesto, sin llegar a la altura de mi primo Miguel.

El pasillo al final, y de nuevo a la izquierda, desembocaba en la habitación más visitada y más conocida, donde un fuego daba calor bajo una chimenea de paredes negras, pucheros granates de culo quemado, sartenes metálicas brillantes encima de trébedes, escobillón y atizador, tenazas y fuelles, con los que me gustaba jugar con el fuego, mientras la Tía Emilia me advertía que si seguía con ello me mearía en la cama. Si había habido matanza, de las vigas del techo colgaban chorizos. 

Y entonces aparecían. Desde una puerta que daba a la parte trasera de la casa, a la calle del Marqués de Torrelaguna, recuerdo que, casi en todas nuestras visitas, alguien se mostraba. Todos se saludaban mientras mi mirada de crío callaba observando a aquellos hombres, primo y hermano de la Tía Emilia, que como chambelanes en quien confían, entraban y salían por aquella puerta, como en Las Meninas, mientras mi memoria les fotografiaba. En mis visitas nunca coincidieron a la vez. Sus nombres, Marcos y Moteo.

@agustindelasheras
@cronistadevaldepielagos

Comentarios

Entradas populares de este blog

CRÓNICA: EL OTRO ALEMÁN, EL TÍO LOCO DE VALDEPIÉLAGOS O FRITS KNIPA EN LA REALIDAD (I)

CRÓNICA: MUJER TRABAJADORA

CRÓNICA: MANUELA GONZÁLEZ, ilustre pintora de Valdepiélagos (Exposición 23, 24 y 25 de febrero de 2024)