CRÓNICA: AQUEL PATIO

 


AQUEL PATIO


En el patio de las antiguas Escuelas Aguirre existen dos pequeños edificios de dos plantas en tono rojizo por sus ladrillos de dibujo neomudéjar.


Este complejo divide todavía hoy la calle Alcalá y la de O'donnell y junto con otras escuelas en Cuenca fue la obra altruista de don Lucas Aguirre. Este filántropo benefactor legó su fortuna para que se construyeran estos dos colegios, además de otro en el pueblo natal de su padre burgalés, en Siones. 


Para ser un edificio construido como colegio en 1886 era el no va más. Tenía gimnasio, biblioteca, museo escolar, patio de recreo, sala de música y observatorio meteorológico. Cómo me hubiera gustado subir a la torre!


Viviendo en la calle del Doce de Octubre mi camino hacia el colegio empezó pronto con cuatro años y todos los días acortaba por El Retiro.


El patio de las antiguas escuelas también era de dura tierra por donde transcurrían caminos de baldosas hacia las puertas. De las tres puertas de la fachada se utilizaban más las de los lados y no la central como ahora que se ha convertido en un centro Arabo-islámico. 


Si miras de frente la fachada de ladrillo neomudéjar, la puerta de la derecha era por la que entraban las chicas y nosotros entrábamos por la izquierda.


Pero aquí algo era distinto y aún lo fue muy al principio en las nuevas escuelas. Antes de entrar a clase, se formaba. Eran dos las clases de párvulos: la A que con la voz grave pero dulce de doña Carlota, se ponían a la izquierda mirando de frente en una fila pegada a la fachada, la B a su lado, y así, formando un arco en el sentido contrario a las agujas del reloj se situaban el resto de las clases. 


Aún siendo muy pequeños aquel patio era enorme para nosotros. El espacio que quedaba entre el edificio y la verja de la calle Alcalá era el callejón grande y el espacio justo detrás girando al final a la derecha era el callejon pequeño. Hoy es un manto de césped. 


Había un señor ya mayor que no le volví a ver en las escuelas nuevas. Un conserje que se llamaba "Caito" que siempre iba armado de palo como los serenos, y un silbato. Vivía en una de las dos edificaciones de dos pisos. Ya por aquella época debía haber algún poeta entre los mocosos, es decir, nosotros, porque recuerdo una canción cuya letra decía:"Caito toca el pito, la zambomba y el palito'.


Fue al principio de mi primer curso de Egb cuando inauguraron las Escuelas Aguirre en Pío Baroja. Fue un acto en el que nos invitaron a comer incluso a los que no íbamos a comedor en aquel enorme salón de las escuelas ya viejas. El menú fue judías blancas de primero y huevos cocidos con tomate de segundo. No sé ni cómo me acuerdo.


Después de comer nos llevaron al nuevo Colegio y entramos por Doce de Octubre ya que por no estar no estaba construido ni lo que llamaron la urbanización de Retiro 2.


Los terrenos del colegio y de estas nuevas construcciones era un descampado de donde salía el famoso tren de Arganda. Sí, que pita más que anda. Hay un vestigio hoy día y es un tunel, ahora tapado porque es un almacén del Ayuntamiento, y que pasa por debajo de Doctor Esquerdo a la vuelta de Sainz de Baranda. 


Aquel terreno descampado fue el terreno de juegos de muchos de nuestros padres cuando se construyeron las casas más antiguas, los impares y los primeros pares de Doce de Octubre.


Pues bien, después de aquel día ya no le pudimos seguir diciendo a las estatua de nuestro benefactor, el señor Aguirre, aquello que le deciamos todos los días cuando volvíamos a casa: Hasta luego... Lucas.


Pero cada vez que paso casi todos los días por allí y miro ese patio, aun lo recuerdo lleno de carreras y juegos, de niñas y niños, envueltos en la nube de polvo que formaban en los recreos. Y a pesar de los años, todavía os escucho.

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