CRÓNICA: EL ALEMÁN



 CRÓNICA: EL ALEMÁN.


Wuppertal es una ciudad de Renania del Norte-Westfalia, de reciente creación, que surgió en 1929 como agregación de varias cercanas como Elberfeld, donde el filósofo teórico revolucionario Engels vivió su pubertad arropado en el nacionalismo romántico alemán, influido por un pastor luterano. En ella también nació Friedrich Bayer, el creador de la aspirina. Y donde desde 1901 se disfruta del Schwebebahn, un tren colgante que es una atracción local. 


Un año antes había nacido nuestro protagonista, Karl Tichmann, el 13 de julio de 1900.


La única vez que le vi, yo tendría unos seis años. Mi padre cogió con el coche la carretera de Mesones y al llegar a un punto cercano al pueblo, que llamó "El Rebollar", aparcó en una entrada que había junto a la cuneta y subimos la loma de aquel cerro hasta donde parecía se estaba construyendo una casa. En aquella obra estaba el alemán y mi abuelo Emigdio. Poco más se de aquella amistad y de la razón por la que un alemán de Wuppertal había dejado la ciudad que le vió nacer y le habia pedido a mi abuelo que le ayudara a hacer una casa. 


No les volví a ver a ninguno de los dos. 


Un 27 de febrero de 1972 Karl murió de un infarto. Al día siguiente, el párroco de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora en  Valdepiélagos, don Juan Antonio González Aguado, mandó darle sepultura a petición de su viuda Amalia Tichmann. 


Y sin llegar al mes, a las 6 de la tarde del 23 de marzo de 1972, murió de una hemiplejía mi abuelo Juan Emigdio de las Heras Pascual que había nacido el 5 de agosto de 1899. El párroco don Juan Antonio le suministró el sacramento de penitencia y unción de enfermos. Y ordenó le dieran sepultura un día después según licencia del juzgado. 


Y mientras a Emigdio se le puede localizar la tumba, el alemán yace en un enterramiento anónimo y desnudo, lejos de su Alemania natal, en la ladera del cementerio, frente a los olivos que esconden su historia. 

Fotografía de MariCarmen González 


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Comentarios

  1. Hola Agustín, muy buenos días, aunque por aquí llueve a cántaros, he pasado un rato leyendo este texto la historia de tu abuelo y el alemán y me ha gustado muchísimo, aunque he leído el libro no me queda en la memoria todo lo que he leído entonces aquí así por tramos me resulta más fácil,
    ,un relato encantador tanto como para ponerle un marco, te dejo un aplauso prolongado, por ello y gracias por compartir esta historia real. Un abrazo y feliz domingo

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