CRÓNICA: DE ABACERÍA A AUTOSERVICIO


 CRÓNICA: DE ABACERÍA A AUTOSERVICIO 


A principio del siglo XIX ya existía en Valdepiélagos posada, taberna, abacería y mercería.


Para explotar estos negocios cualquier vecino podía pujar en subasta pública bajo ciertas condiciones que imponía el ayuntamiento y por un tiempo determinado, generalmente un año.


Al único sacador del derecho de abacería, a quien se le concedía, le obligaban a tener ciertos productos de primera necesidad, a saber, salazones de pescado, sal, pimienta, arroz, chocolate, azúcar, aceite, jabón, especias y a guardar medidas para medir el grano.


Para la concesión se le obligaba a firmar escritura pública en el ayuntamiento donde se le exigía un pago o tasa. 


Por todas las ventas unitariamente menores de cien reales, allá por 1809, se pagaba una cantidad fija de doscientos reales por el periodo de la concesión. Hay que recordar que las abacerías eran comercios al por menor. Para cada venta superior a  está cifra se aplicaba un porcentaje. 


Pero doscientos reales eran muchos reales.


Si 400 maravedís eran aproximadamente unos 40 euros actuales, redondeando inflaciones, época aparte. Y esos 400 maravedís (algo menos, 374) eran unos 11 reales, podemos hacer un operación para acercarnos a esa cifra de 200 reales de entonces, que no serían menos de 680 euros actuales. Este cálculo es una cuenta de la vieja donde no se toman referencias de oferta y demanda de dinero, posibilidad de conseguirlo en aquella época, poder adquisitivo de los compradores, periodos de escasez, inflación, con lo que estás comparativas podían variar a lo largo del tiempo. 


Y esta cantidad se devengaba en plazos que se estipulaban en la escritura, por ejemplo, en tres veces, abril, agosto y diciembre.


El Libro de acuerdos del ayuntamiento de Valdepiélagos de 1801 a 1813 recoge un documento donde a finales de marzo de 1809 Juan de las Heras fue el único pujador de la subasta y consiguió la abacería y la mercería del pueblo. El 11 de abril Juan se obligó a firmar el documento que acreditaba la concesión ante los alcaldes ordinarios Francisco de Vicente y Juan de Frutos. Antonio González fue el fiador principal y fueron testigos Andrés González y Antonio García.


Hoy ya no tenemos abacerías pero si tenemos el autoservicio Araceli, en la calle de El Cubillo, donde los vecinos se surten de por menores sin necesidad de hacer kilómetros para alimentar a las grandes superficies devoradoras del pequeño comercio. Y curiosamente este establecimiento lo regenta Miguel de las Heras, hexanieto de aquel abacero de 1809, Juan de las Heras. 


@agustindelasheras 

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Foto del Museo del Comercio y de la Industria de Salamanca.

Comentarios

  1. Caramba, qué ricos frutos secos en esta imagen, gracias por compartir esos manjares.

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  2. Bueno, qué bueno eso de llegados a dos mil 2022 no se hayan perdido los apellidos se ve que fueron naciendo varones porque es la manera de conservar el primer apellido.

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