CRÓNICA: MEMENTO MORI.


CRÓNICA: MEMENTO MORI.


Ayer una compañera de profesión, muy buena amiga, me recordó este latín con sabor a ajo, que aunque pueda denominarse latinajo, sin duda es muy cierto. Acabamos de perder una compañera, joven, y la injusta vida va de un lo siento a un olvido en tan solo dos líneas. Tomad nota..

Me venía a la mente también a un sabio de la ribera que, en su retiro obligado para cuidar de sus padres, en esas noches bien entradas que, la muerte tenía dos etapas si no eras el finado. Por un lado el acompañar el féretro del amigo, vecino o familiar con cara compungida hasta el camposanto, en algunos casos con dolor sincero y en otros ajenos a quién Caronte había montado en su barca. Muy pocos piensan que serán también viajeros surcando el Aqueronte. Y que en la segunda etapa de ese sainete a muchos les llevará al bar o a sus casas olvidando el dolor de otros.

Pero "Memento mori" os digo.

Cuando miro alrededor veo y recuerdo la soledad de los vivos ante la muerte. Los más cercanos y afligidos llevan un dolor ajeno a los demás, por mucho golpear el pecho o llevar lutos de los que no creen y necesitan enseñar el color oscuro para que los vecinos les vean. El dolor se lleva por dentro. No hace falta enseñarlo. Sólo los que te quieren lo perciben y son de los que recibirás sinceros abrazos.

De lo que estoy seguro es que después del día de la muerte, sólo la viuda, el viudo, los huérfanos quedan solos en sus casas, en sus instantes y en sus paseos. Ese dolor únicamente lo saben ellos.

Este verano he cumplido 60 años. Cinco años más que vivió mi madre. Y según pasan los años compruebo que llevo más papeletas. Veo caer fulminados a mi alrededor buenas gentes. Creo que si hay algo a alguien que los llama, llama antes a los mejores, a los más buenos.

Pensad que en ese suelo de la iglesia que pisais están enterrados seres como vosotros que, un día amaron, trabajaron y lucharon por los suyos, sufrieron por ellos, tuvieron menos medios que vosotros e intentaron ser felices. 

En nosotros está dejar algún recuerdo aunque siempre queda la inmortalidad y la fe. Particularmente me siento personaje unamuniano. Sin ser santo, no lo seré nunca, estoy más cerca de don Manuel, el cura bueno de Valverde de Lucerna, que del propio Lázaro. Pero, quién quiere ser inmortal, yo no. La verdad es trágica y la felicidad ilusoria.

Y aquí es donde entra nuestra razón y libertad de vivir instantes. De vivirlos nosotros y no ser vividos. De disfrutar aquello que llamaba cotidiano y no lo vemos y apreciamos hasta que lo perdemos.

Aprendamos de ello. Vivid a los que os quieren y alejad de vuestras vidas a quien no os merece. No le deis a nadie la capacidad de haceros daño. Y así, dentro de vuestra decisión de vivir el momento, seréis felices. 

"Memento mori" no lo olvidéis. 


@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos 

@presidentecronistasmadrileños

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