CRÓNICAS DEL PILDE: Y última de este año. En Brazacorta, a 16 agosto 2025.


CRÓNICAS DEL PILDE: Y última de este año. En Brazacorta, a 16 agosto 2025.


Hoy el Cid se quedaría mirando el altozano, junto a las bodegas, donde zagales y no tan zagales, descubiertos de ropajes, tirarán de un lado a otro una pelota descalzos sobre arena. Extraños juegos pensaría, donde no verá ni escudos, ni mazas, ni caballos, ni espadas... Donde desde una escalera, como de un gallinero se tratara, el juez de la justa pitará y pitará dando tantos a diestro y siniestro. El munícipe necesario asará tripas y carnes de cerdo, morcillas y tiras de pieles de puerco. Al menos, se dirá el Cid, aquellas gentes no serán infieles. De un extraño artefacto verá como rubias hidromieles saldrán por un caño mientras mesoneros voluntarios llenarán cuencos y cuencos. Si estas son gentes del rey Alfonso sin duda seguirán mi suerte, pensará el Campeador. En lugar de gaitas y dulzainas sonará música de fieras que enmudecerán el jolgorio de la multitud. Pronto ya en el ocaso aquel juego terminará, mientras Ruderico se planteará si era buen siglo el suyo para haber nacido. 

La frontera del Duero ya no es lo que era.

He estado varios días meditando en las horas oníricas desde la habitación donde igualmente leo que escribo, viendo la oscuridad de la vega del Pilde y percibiendo el campanario de la iglesia bajo la luna que ya decrece en agosto.

Y he soñado con Ermesenda de Narbona en el monasterio que hubo a unos metros. Y con Doroteo Andrés luchando en las Colinas de San Juan. Y con Gregorio, alcalde de Roa, huyendo a Quintanilla de Nuño Pedro. Y con Pedro Nuñez y Elvira cabalgando por su señorío. Y con Jerónimo Merino haciendo huir al francés. Y todo con el escenario de un río, el Pilde, al que suponía en la oscuridad de la vega, por la ventana, mientras oía el campanario dar las doce.

Crónicas sobre el Pilde que intento escribir en verano aunque en breve volveré a mi encargo de otras crónicas para no desmerecer el honor que tengo de ser cronista de un precioso pueblo, Valdepiélagos. Nunca les fallaré, gratia et amore.

Merece la pena navegar por las cienagas un año para desembarcar en este lugar. Soy un simple Nadie esperando al Cid en el camino de su destierro...Al que pronto seguiré. 

Gracias doy a brazacorteñas y brazacorteños y a todo aquel que me ha regalado un instante en una conversación, en un paseo o delante de una cerveza.

A un pueblo lo hace grande no sólo los nacidos en él sino quien ama el lugar y sus gentes y como en la obra de Lope de Vega, van todos a una.

Y aunque mi sangre venga de otro pueblo de donde tengo el honor se ser cronista, sabed que... amo Brazacorta.


@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos

@presidentecronistasmadrileños

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