Crónicas del Pilde: Quintanilla de Nuño Pedro, Soria.




Crónicas del Pilde: Quintanilla de Nuño Pedro, Soria. 

El colchón era de lana. El cuerpo se hundía esculpiendo tu figura, a lo largo de la noche, en aquel volumen de vellón que ya nadie recuerda. Noches donde se dibujaban en el cielo todas las estrellas escondidas para los urbanitas, con la Vía Láctea derramada por Hera y donde en la oscuridad del suelo aún encontrabas luciérnagas.

Era verano pero estabas bajo una manta. Mientras, la luz atravesaba las oquedades de adobe y ladrillo de viejas ventanas y oías el primer sonido de la mañana. 

Paco ya había sacado el rebaño y lo llevaba más allá del Pilde. El sonido de esquilas y cencerros, junto al balar, se alejaba. Un amanecer así era una gloria que debería ser eterna. 

Antes que nadie más despertara salía a la calle, bajaba la cuesta e iba carretera adelante, al molino. Qué buena gente Feliciano. Llevaban ya horas trabajando en hacer pan para muchos pueblos. Pocos le dieron valor y agradecieron su labor en aquel momento hasta que se jubilaron y ya no hubo panetes. Recuerdo el calor del horno, el olor a harina y pan recién hecho. Oh, aquellas hogazas. Aún viven en la memoria de muchos ribereños del Pilde. 

Y en las horas noctámbulas me vienen estampas. Ya no del amanecer sino de las tardes y las noches calladas. Tardes de cartas y briscas con cojines y sillas bajas de madera donde se ponía en juego algún duro. Os recuerdo a todas. 

Y aquellas noches sentado junto a Mariano y Martín. Qué manos recias, que batallas contadas en aquella guerra, junto al Ebro. Yo adivinaba la división a donde fueron llevados y el recuerdo de los que no volvieron. Imágenes, estampas, pasado que nos regalaron aquellos mayores y nos dejaron lo único cierto. Nadie muere mientras no sea olvidado. 

Y después me viene la lámina de una procesión que me trae decenas de recuerdos. Y la seguridad que habría música porque se había ido a por el tablado del escenario a La Hinojosa, con tractor y remolque. Yendo el primero, el alcalde. Qué ediles tienen los pueblos de la ribera del Pilde. Los primeros en dar el callo y ser los mejores empleados para sus pueblos. Con gratia et amore, lo hacen. A pesar de "ayques" y críticas de los que nunca hacen nada. Gracias Julián García Cabrerizo 

Y con la visión de El Tachuela, plaza y Lagar, no olvido a los que ya no están y recientemente nos han dejado, porque sabed que nadie muere mientras sea recordado. Y hoy, junto al mar, cerca del final del camino del destierro, invadido por seres oníricos en las siestas, me acuerdo de vosotros. Y sueño con pisar esa ribera y hablar con sus gentes, en unos días. 

Viva Quintanilla y sus gentes. Viva la ribera del Pilde y sobre todo, ¡Vivan las gentes que nos regalaron y regalan este escenario! 


@agustindelasheras 

@cronistadevaldepielagos

@presidentecronistasmadrileños

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