Crónica: 7 de julio del 2025. Sesenta años después.


Crónica: 7 de julio del 2025. Sesenta años después.


Te pido perdón madre por haber vivido más que tú.

Alguna vez me he planteado la vida intentando juzgarla, ver en ella si era justa o no. Y nunca vi justicia en vivir.

Por eso soy un simple observador, un oyente de los silencios que deja la muerte en los vacíos que crea.

Y si alguna certeza tengo es que he de morir.

Y si, se quedarán los pájaros cantando... Y la vida seguirá para los demás, que aún se creerán inmortales.

Solo la inexperiencia convence al inepto convirtiéndo en ajeno aquello a lo que a los demás les pasa. A los que creen que nunca les pasará.

Y como saliendo de una trinchera en los bosques sin árboles del Somme, llevo mis últimos años corriendo mientras a mi lado la gente cae fulminada y muere. Pero no soy tan estúpido para creer que soy ajeno a ese destino y sé que una bala ya viene a por mí.

Por eso ya viendo la frontera de los 60 sé que pocos me echarán de menos.

Y son menos los que a la vuelta del camposanto volverán en silencio a recordarme y muchos los que irán al bar. Y no, no quiero que me lloréis. Sólo me gustaria que quedaran presentes aquellos momentos que siendo mortales hicimos eternos.

Quizás me repita año tras año pero el sentimiento de alguien que es consciente que camina sólo por la vida, es pensar el día de su cumpleaños en lo mismo. Pero si os paráis a analizar esta afirmación muchas vidas son y han sido así. Cuando fallece alguien en muy pocos rincones de algunos corazones sigue existiendo su recuerdo.

¿Y no te llamas Fermín habiendo nacido un 7 de julio? Me preguntaban en Valdepiélagos cuando era niño. Pues no, me llamo Agustín como mi bisabuelo. Así me puso mi padre, un eminente humanista, egoista para los demás. Decía que tuvo que aguantar muchos años oyendo a su abuelo decirle: "Antonio que te sobo el morro, Antonio que te sobo las costillas" aunque nunca le puso la mano encima. Pues bien, me llamo Agustín por esa venganza de poder decir mi padre a otro Agustín, lo que él muchos años había oido. Y esto no lo digo yo, lo dice él. Qué tierno.

Pues sí, me llamo Agustín como mi bisabuelo. Un hombre que empezó una vida marcada por la tragedia, viendo morir quemada a su madre en Valdepiélagos siendo niño y luego luchó por los suyos, sin saber leer ni escribir, para que no les faltase de nada llegando a ser guarda del Coto San Benito. Agustín y Conchi, mi madre, comparten tierra en esa ladera frente a olivos. Mi bisabuelo, qué gran hombre, que solo sembró amor aún habiendo sufrido en su infancia.

Por eso no paro de decir qué antagónicos son los cumpleaños desde hace muchos años, donde la alegría se transformó en añoranza y el presente nunca olvidará el recuerdo...

Este día nunca podrá ser el reino de ningún regocijo al no poder ver el brillo de su mirada.

Un dia como hoy siempre me pregunto lo mismo.

Cuando miro la secuencia de mis últimos años cualquier alegría no ha podido ser plena.

Tuve una hija y tú no estabas.

Escribí cuatro libros y tú no estabas.

Y además he tenido vivencias que sé te habrían hecho feliz. Y no hemos podido vivirlas juntos.

¿Dónde estará aquella vida que pudo ser y el destino me obligó a vivir sin ti?

Un siete de julio sólo puedo pensar en quien me dió la vida.

Y para alguien como yo, que nunca podrá ser poeta porque no sé expresar el sentimiento en un soneto, debo apoyarme en las palabras de Worthwords, en mi poema preferido, para recordar que no será lo mismo cumplir años sin ti. De hecho ya he cumplido varios años más que los que pudiste cumplir tú.

Tomaré prestadas las románticas palabras del poeta inglés un año más. Porque la poesía no es una rima consonante sin métrica sino algo más. Rimar rima cualquiera, pero para poder escribir hay que leer mucho antes. Y sobre todo, tener sentimientos y no ser egoísta.

Qué fácil es creérse el rey del mundo y anular la vida de los demás.

Permitidme un año más recordar uno de mis poemas preferidos.

Oda a la inmortalidad, de William Worthwords

"Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.
Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo…

En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la
muerte.

Gracias al corazón humano,
por el cual vivimos,
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer,
puede inspirarme ideas que, a menudo
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas."

Gracias a ti, madre, por ser quien soy. Porque lo soy por ti, por nadie más.

Esta humilde persona, un nadie en un mundo finito, no existiría sin ti, sin tu madre, sin mi otra abuela, que también murió muy joven sin merecerlo, sin sus madres, sin vosotras, que nos disteis la vida.

Y sé que el día de mi cumpleaños debo ser agradecido. Y si también he sido muy sincero, perdonadme.

Es la edad.


@agustindelasheras
@cronistadevaldepielagos
@presidentecronistasmadrileños

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